sábado, 25 de junio de 2011

Entrevista de Canela Ferrara a Carolina Avigliano (actriz) y Laura Brauer (directora) de Sum Sum para El Altillo Under (15/06/2011)

Sum Sum

Luego de un poema y 20 horas de vuelo, Urs-Peter llega al país de su enamorada. Pero en el aeropuerto lo esperan además de ella, su hermana y un cura, dispuesto a casarlos allí mismo. Un viaje hacia la comunicación que los obligará a un idioma común, que derribe los prejuicios, atraviese culturas, diferencias de género y procure finalmente algún genuino encuentro, si es que acaso tanto es posible

SUM SUM, entrevista a Carolina Avigliano Y Laura Brauer

-¿Cómo se formó andarivel?

Carolina: - En un primer momento, Laura Brauer, directora de Sum Sum, convocó a actores para trabajar en su proyecto. Si bien el denominador común fue Laura, casi todos los integrantes habían compartido espacios tanto en el ámbito profesional omo en el espacio de formación artística (seminarios de clown/ cursos sobre la técnica de Brecht/ Carrera en la Emad/Andamio 90, etc.)
Al poco tiempo, este conjunto de actores convocados para un proyecto específico empezó a vislumbrarse como un grupo de pertenencia creativa e identitaria, un espacio de construcción conjunta: “Andarivel teatro”.
Más allá de los excelentes climas de trabajo que surgían de los ensayos, y que son súper importantes a la hora de “poner una obra”, había algo que trascendía lo laboral y que tenía que ver con las relaciones humanas, con lo vincular, con la alegría y necesidad de “contar lo mismo” y de trabajar colectivamente. Había un entendimimiento mutuo que fue abriendo el panorama y de pronto ya no estábamos reunidos solamente para estrenar Sum Sum: el grupo había tomado entidad propia. Y había que dejar la corriente creativa aparecer, fluir y decantar: como las bollas de un andarivel pero con una impronta grupal en cada nuevo proyecto.
Empezamos con Sum Sum, la obra de la autora suiza Laura De Weck que se estrena por primera vez en español. Y tenemos en vista otra obra de un autor inglés tampoco estrenado aún en nuestro idioma. Así, la impronta va tomando forma y procuraremos crear nuestra identidad desde este “dar a conocer al público hispanohablante a autores contemporáneos de otras latitudes”, a la vez que “tender un puente que abra al diálogo con otras culturas”.
Nos interesa también dar lugar al “cambio de roles dentro del grupo”: al tomar otro la dirección, cambia el punto de vista de la narración y se democratiza el criterio. De esta forma el andarivel está siempre en movimiento.

-¿Cómo fue que eligieron la obra de Laura de Weck?

Laura: -Los últimos años me mantuvieron en fluido contacto con el Instituto Goethe a partir de las investigaciones acerca de las propuestas de Bertolt Brecht. El director a cargo de la parte cultural me recomendó que me ocupase de autores más contemporáneos. A partir de esa sugerencia, escribí a mis colegas y amigos alemanes, pidiendo algún material divertido de sencillo abordaje para mi primera experiencia de dirección.
Paradójicamente la recomendación llego de manos de quien fuera un gran amor mío alemán -dedicado ahora al teatro-. Que él sugiriera este texto, que habla justamente de un (des)encuentro de amor entre dos personajes de continentes distintos ya resultó convocante. El texto me interesó, pero la historia tras el texto me hizo elegirlo.
Y sobre todo me sirvió como excusa para poner en evidencia desde el humor y la caricatura ciertas características de los hombres germanos y las mujeres latinas, que habiendo vivido en Argentina y en Alemania se me volvían deseables de compartir.

-Sabiendo que no es caso simple ¿qué es lo que los motivó a llevar al escenario a esta obra que se mete en el viaje de la comunicación?

Laura: -La experiencia en tierra extranjera y el dialogo con gente que habla otro idioma y pertenece a otra cultura, me permitió reconocer cuantos niveles- independientes del lenguaje- se ponen en juego a la hora de comunicarse, con cuantos prejuicios uno está atravesado al escuchar y de cuánto debe despojarse uno para alcanzar a entender lo que el otro dice y no lo que uno supone que se está diciendo en ese discurso (más allá de la palabra). En el caso de no hablar un mismo idioma el ejemplo de incomunicación es tosco, visible, transparente, pero en todo vínculo hay dificultades para comprenderse, porque el lenguaje -en algún sentido-siempre es pobre en relación a la complejidad del pensamiento-sentimiento de cada cual.
Y además están las diferencias de género, de cultura y de crianza que condicionan los presupuestos desde los cuales uno lee la realidad, y entiende al otro.
El tema de la comunicación es muy complejo, este relato es sólo una anécdota, apenas un esbozo grotesco, una parodia de la pregunta que acaso subyace: ¿es posible comunicarse al punto de lograr un encuentro con otro?

-Supongo que su público es muy variado respecto a las edades y también a las nacionalidades:
¿luego de la función, que es lo que les llega a ustedes del público? ¿Cuál es el mensaje que más queda marcado en ellos? (Algún mensaje sobre los desencuentros del amor, las diferencias sociales, las brechas culturales, etc.)

Carolina: -Sin duda todos los elementos mencionados aparecen. La recepción de la obra es variada y puede centrarse en las risas generadas por los estereotipos o en la tensión que se genera de los momentos de violencia implícita. Podemos encontrarnos con lecturas más o menos profundas de la obra, pero en general encontramos una marcada coincidencia en que los tópicos que aparecen en el texto son universales: las imposibilidad para comunicarse genuinamente, el lograr una intimidad que no esté tamizada por los avances tecnológicos, el no poder correrse de los prejuicios culturales, las dificultades en las relaciones humanas, etc. son problemáticas que surgen de este mundo tan globalizado como hostil en determinadas situaciones. Se cuenta mucho desde los estereotipos y eso es muy celebrado tanto para el público que reconoce la impronta germana como la latinoamericana. El querer (y no poder) pertenecer, el ser aceptado por los pares está presente en uno y otro mundo; así como esa necesidad casi imperiosa de poder/tener que enamorarse y de las implicancias que esto ocasiona a nivel social. En definitiva, la puesta no hace otra cosa que desenmascarar, desde el juego, lo que nos hace humanos... ¡Y el público parece celebrarlo!

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