“Sum Sum pretende entretener, pero no solamente. Hacer reír, pero también pensar. Divertirnos hablando en serio,” dice Laura Brauer, directora del espectáculo de la dramaturga Laura de Weck, que se presenta en el teatro La Tertulia de Buenos Aires. Jaquematepress se acercó a la directora y a los actores Rodrigo Arostegui y Carolina Avigliano para charlar sobre la puesta del espectáculo.
--Laura: ¿Qué propone Sum Sum?
Pretende abordar -desde la parodia- el tema de la (in)comunicación tomando como excusa el encuentro de una pareja que carece de un idioma común. Sobre esta base se vislumbrarán a su vez cómo funcionan los prejuicios aprendidos, los mandatos sociales, los de género y los culturales. Estéticamente se propone evidenciar un sistema de códigos y signos; invitando a completar con la imaginación la propuesta simbólica de cada escena. Actoralmente proponemos una exacerbación casi caricaturizada, que roza lo clownesco. Sum Sum pretende entretener, pero no solamente. Hacer reír, pero también pensar. Divertirnos hablando en serio.
-- Hoy en día los directores y grupos de teatro encuentran diferentes modos de enfrentar la actividad creativa. ¿Cómo ha sido el proceso para el armado del espectáculo Sum Sum?
Cada uno de los actores fue pensado para esta puesta desde el momento de la primera lectura de la obra, aún en alemán.
Eran desde el principio y -sin conocerse entre ellos- el dream team de este particular relato. Los que podían darle vida de un modo orgánico y darle desde el cuerpo una vuelta de tuerca.
Los ensayos tuvieron una etapa de abordaje al personaje desde juegos y estímulos externos y luego se concentraron en el trabajo con el texto y la puesta de las escenas. Diría que los encuentros fueron flexibles y abiertos, pero siempre direccionados a una estética particular del relato, es decir con apertura pero rumbo claro. Lo inesperado fue lo que pasó a nivel personal; y divertido que se diera un encuentro profesional y personal tan genuino y de forma tan sencilla en el marco de contar esta historia que habla del desencuentro. Resultó tan placentero este encontrarnos que nos volvimos un grupo y ya estamos pensando en el próximo proyecto que haremos juntos.
Si bien la actividad artística expresa el alma de cada época, la actual parece no tener un hilo conductor. ¿Es así?
Pienso que ninguna época determina o condiciona unívocamente la dirección artística. Pero entiendo sí que es un momento de la historia donde han pasado cosas que nos impiden sostener ciertas ideologías del pasado y que nos encuentra perdidos en ese sentido y desorientados con al avance tecnológico que implica un mundo más globalizado e interdependiente, donde los accesos y tiempos, cambian incluso la mentalidad de la generación que vino y ante esto ¿Qué decir?...pero creo que es una época en donde prima una libertad creativa, autorizada porque hay que buscar, e incentivada porque hay que explorar para encontrar.
Entonces (me) interesa en este contexto hablar de lo complejo, de las contradicciones, de lo dogmático aprendido, de los prejuicios heredados y re-legitimados, de los perdidos que estamos (también por carecer de ideales claros), de la soledad y el aislamiento, pese a la cantidad de dispositivos que posibilitan la comunicación, de las distancias; de los tiempos propios…en fin de lo humano que no pasa de moda, de las necesidades sensibles, del deseo permanente de acercarse a otro(s) con cuantos aparatos sean y con cuantas desilusiones históricas nos precedan.
¿Cuáles han sido las dificultades que han aparecido en el montaje del espectáculo?
Tuvimos un actor que tuvo que irse, que hacía de Che Pibe y luego el reemplazo también se fue. Finalmente encontramos a Pedro, quién se adaptó e incorporó con velocidad y profesionalismo al equipo.
El congeniar tiempos entre tantos hizo que se realentara el proceso de montaje y el tema dinero, sin duda, cambió los planes de la puesta. Había planes de la A a la Z, según la plata posible de producción.
Hicimos más o menos el plan J, no tan mal… pero requirió creatividad en la adaptación. Ahora estamos felices y no lo cambiaríamos, pero muchas de las ideas originales de puesta no eran estas.
Rodrigo: ¿Para la composición de los personajes, se concentró más en las acciones físicas, los cuerpos de los personajes, o el modo de pensar, el lenguaje, los conflictos planteados en el guión?
Para la creación del personaje, pase por todo eso, y creo que hasta en ese orden… Primero, la búsqueda de la corporalidad del personaje y lo que esto produce y a partir de ahí empecé a viajar por su universo, cómo piensa y desde dónde piensa, qué dice y por qué lo dice, claro que todo motivado por la historia. Con los ensayos el personaje fue mutando, sus contracturas pasaron a distintas partes del cuerpo hasta que por fin terminaron dentro de su cabeza que es donde se origina todo.
Carolina:Todas las cosas que describís son parte importante en la composición de un personaje. No hay fórmulas mágicas. Desde mi experiencia, algunos personajes se “encuentran” más de adentro hacia fuera (indagando en sus emociones y sensaciones, estados de ánimo, en el vínculo con los demás, etc.) y otros “aparecen” de afuera hacia adentro (desde su postura corporal, su modo de caminar, hablar, etc.) Uno puede comenzar por cualquiera de los dos caminos (y de ello depende mucho el género que estemos abarcando, el autor a representar o la época a contar), pero “forma” y “contenido” terminan encontrándose en algún punto del camino y empiezan a “andar” juntas...En el caso de “Selina”, el primer esbozo fue a partir de su postura y de su forma de caminar; pero su modo de ver el mundo y de asombrarse frente a lo que iba viviendo el personaje, sus líneas de pensamiento, los conflictos que le tocaba transitar, la barrera que se le imponía al no poder comunicarse con el otro, etc. terminaron de configurar esa forma, en un comienzo vacía, y permitieron la aparición del personaje y sus contradicciones.
Rodrigo: ¿Cuál es la relación que los actores sienten con el público? ¿Les da la impresión de llegar, de conmover a los espectadores?
La relación con el público siempre es diferente, más haciendo una obra con humor. Creo que la caricatura genera una empatía particular con el público y es más fácil decir lo que uno quiere.
Digamos que con Sum Sum esa cercanía existe y entre las risas se cala hondo el mensaje…
Carolina: Como dice Rodrigo, en el teatro cada función es muy diferente, y así lo es, también, la respuesta del público. Al trabajar con el humor, podemos contar situaciones terribles alcanzando cierto distanciamiento. Sin embargo, hay algo que queda reboloteando en la cabeza de cada receptor: como la abeja de Sum Sum. Y aparecen espectadores que se identifican con las dificultades que existen en el lenguaje (incluso cuando hablamos el mismo idioma), con la historia de amor o con el trasfondo de violencia y sus prejuicios y sometimientos (tan arraigados en los personajes)
Carolina: ¿En su opinión tiene el espectáculo un "mensaje?" ¿Es necesario que un espectáculo tenga un mensaje?
Creo que toda expresión artística tiene algo que contar o un deseo por transmitir...Cuestiona para preguntar...Abre interrogantes...Genera movimiento...Tocar el tema de la incomunicación y la calidad de las relaciones interpersonales, en el “Era de las Comunicaciones”, no es tarea sencilla...Pero, es éste el tipo de vínculo que buscamos? Quizá, la picadura de una abeja nos empuje a replanteárnoslo...
Laura: No sé si siempre tiene que tener, esta obra no es una obra de mensaje, pero inevitablemente se está diciendo algo cuando uno cuenta una historia. Nosotros nos hacemos cargo de lo que contamos aquí, diría que más que un mensaje, queremos compartir esto que vemos y denunciar con humor cuantos a-prioris aprendidos tenemos, cuantos prejuicios nos condicionan, cuantos intentos culturales que enseñan a comunicarse son “frases hechas”, cuanto más nos vinculamos desde algo aprendido que desde lo que pasa en el aquí y ahora de cada encuentro.
En fin…poner en escena una sensación que conocemos y exagerarla, acercarnos a los espectadores e invitarlos a descubrirla para desarmarla cuando la reconozcan fuera de escena.
En pocas palabras el argumento tiene su punto de partida en la llegada de Urs-Peter al país de su enamorada, luego de un poema y 20 horas de vuelo. Pero en el aeropuerto lo esperan además de ella, su hermana y un cura, dispuesto a casarlos allí mismo. Un viaje hacia la comunicación que los obligará a un idioma común, que derribe los prejuicios, atraviese culturas, diferencias de género y procure finalmente algún genuino encuentro, si es que acaso tanto es posible.
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